El
derecho de un Estado o región a decidir
sobre su independencia ha causado polémica y disputas desde hace siglos y sigue
siendo un motivo de enfrentamiento en la actualidad. Podemos encontrar desde
movimientos independentistas que han constituido un fracaso hasta otros que han
sido un éxito, ambos con un proceso bélico anterior y disgregación social.
La
independencia está relacionada con movimientos liberales y nacionalistas que se
generalizaron en la primera mitad del siglo XIX con las revoluciones liberales y la
unificación de los Estados italiano y alemán.
Si
retrocedemos un poco más en el tiempo, encontramos la Independencia de los
EE.UU. en el año 1776 que fue un proceso liberal que se llevó a cabo a causa
del sometimiento de los Estados por parte de la metrópoli. Basándome en este
ejemplo, defiendo el derecho de los Estados a decidir, siempre y cuando, asuman
las consecuencias económicas, políticas y sociales. Es decir, deben construir
su nación sobre unos cimientos sólidos basados en la libertad y la igualdad de
los ciudadanos, establecer el sistema político más conveniente e iniciar un
proceso económico que fomente el desarrollo de la nación.
Las
desventajas de la independencia están en dicho proceso inicial, que lleva
consigo una serie de inconvenientes, tales como la falta de recursos para
constituir las bases de la nación primitiva o la necesidad de apoyo externo,
más aun, cuando se niega dicho apoyo.
Los
derechos de algunos Estados están infravalorados, por eso no tienen más remedio
que independizarse, incluso con los inconvenientes que esto les supone así como
las consecuencias que deben asumir.
¿Y Cataluña?
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